Título: El Monstruo que se comió la oscuridad
Publicación: 2010
Autor: Joyce Dunbar y Jimmy Liao
Editorial: Barbara Fiore Editora
Formato: Tapa dura, 54 páginas
ISBN: 978-8493750640
El Monstruo que se comió la Oscuridad, Joyce Dunbar y Jimmy Liao
El Monstruo que se comió la Oscuridad, Joyce Dunbar y Jimmy Liao es un álbum ilustrado precioso, muy sensible, que nos habla del miedo a la oscuridad, a estar solos, de ese vacío interior que podemos sentir cuando aún no nos hemos encontrado a nosotros mismos y también de lo que ocurre cuando intentamos alterar el orden natural de las cosas.
Lorenzo no podía dormir. No le gustaba la oscuridad que había bajo su cama. Pensaba que podría haber escondido un monstruo.
Y… de hecho… ¡así era! Había un monstruo minúsculo, tan pequeño que casi ni se veía. El monstruo sentía un gran vacío en su interior, tenía hambre, ¡mucha HAMBRE!
Así que empezará a mordisquear algunas cosillas. Primero unas pantuflas, luego un coche de juguete… pero no era nada que pudiera comerse.
Entonces encontró una caja y, dentro ella, oscuridad. Sorbió la oscuridad que había dentro de la caja hasta la última gota, ¡estaba deliciosa!
Siguió por la oscuridad bajo la cama, la del armario, la de los dobleces de las cortinas… y poco a poco iba creciendo a medida que iba comiendo oscuridad.
Pero como seguía teniendo hambre, dejará la casa de Lorenzo para poder comer toda la oscuridad que encuentre a su paso. Hasta que se coma incluso la oscuridad de la noche, toda la que había hasta llegar a la Luna, que deja de relucir en el firmamento, al igual que las estrellas.
Ya no quedaba oscuridad. No había ni aurora ni ocaso. No había sombras y apenas había sueños. Sólo había luz. Una luz cegadora e implacable.
A pesar de haber comido tantísima oscuridad y de haber crecido mucho, el monstruo se sentía solo y triste. En este mundo tan reluciente, nada funcionaba bien: los búhos no se despertaban por la noche e incluso se caían de los árboles, las luciérnagas no salían, los ojos de los gatos ya no brillaban, los zorros se chocaban contra las rocas…
Entonces, a lo lejos, el monstruo escucha a Lorenzo llorar porque no puede dormir con tanta luz.
Así pues, regresa al dormitorio de su amigo y se acurruca con él, acunándole entre los brazos. Meciéndose, ambos se duermen. El monstruo deja de tener hambre porque ya no siente ese enorme vacío en su interior.
Y mientras duermen, toda la oscuridad va manando del monstruo hasta volver a ser minúsculo, como al principio, para que ambos puedan dormir abrazados.
El Monstruo que se comió la Oscuridad es una lectura emocionante, sensible, que hace reflexionar. Nos parece muy interesante cómo la historia comienza explicándole al lector que es comprensible el miedo de Lorenzo puesto que ¡es cierto que hay un monstruo bajo su cama! Pero como ocurre en la vida misma, no siempre las apariencias nos llevan a conclusiones acertadas y está claro que el monstruo no va a hacer daño a nadie.
Es más, el monstruo siente un gran vacío interior, que le llevará a comer compulsivamente toda la oscuridad que encuentre en el mundo. Por supuesto, acabar con la oscuridad de la Tierra no le ayudará a sentirse mejor, solamente en brazos del niño dejará de sentirse solo y podrá volver a manar toda la oscuridad que ha comido sin pensar.
También veremos cómo la Tierra no puede funcionar sin oscuridad. Los miedos son normales, forman parte de nuestra vida. Intentar eliminarlos por completo no nos va a conducir a sentirnos bien, sino aprender a gestionarlos, encontrar nuestro sitio en el mundo, sentirnos acompañados.
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