Kevin, de Rob Biddulph

Kevin es un álbum ilustrado genial, como todos los de Rob Biddulph: ingenioso, divertido, con una temática muy sorprendente, un trasfondo con mucha miga y deliciosamente ilustrado.

Publicado por Andana Editorial, su protagonista es Sid, un niño muy travieso que responde a las regañinas de su mamá siempre echando la culpa a un amigo imaginario llamado Kevin.

Obviamente su madre no puede ver a Kevin. De hecho, ni Sid puede verle, porque lo suyo es puro embuste.

Pero una noche, cuando sube a su habitación muy enfadado tras la última bronca con su madre, descubre un mundo mágico en el que está su amigo imaginario tal y como él lo había descrito. Es más, no sólo está Kevin sino que hay muchos otros seres fascinantes.

En este mundo ocurre algo muy curioso: el amigo imaginario es él.

¿Y qué se le ocurre? Nada bueno. Como nadie puede verle, Sid decide extender sus fechorías a la casa de Kevin, así que destroza camas, puertas, pinta paredes y no deja ni un rotulador tapado.

El pobre Kevin acaba igual que Sid: regañado por su padre, muy triste, llorando.

Así es como Sidney se da cuenta de lo que ha hecho hasta el momento ha estado muy mal. No solo hacer tantas travesuras y destrozos sino, muy especialmente, cargar las culpas sobre una persona inocente.

Ni corto ni perezoso, arregla todo el daño causado y entre lágrimas de agradecimiento y sincera amistad, se despide de Kevin para poder enmendarse en su auténtico mundo y con su sufrida madre.

Como todos los libros del autor, la lectura nos sorprende por su conexión con el lector a través de una gran expresividad, identificación del pensamiento infantil y un ritmo muy ágil, que nos mete de lleno en la historia y nos hace llegar al final casi con ansia.

No podemos deja de resaltar esas ilustraciones entrañables, con las que nos enamoramos de sus protagonistas desde la primera página. Acompañan a un texto que rima, como si de una historia transmitida de modo oral se tratara.

Kevin es una lectura realmente fantástica para realizar en familia, no solo por su musicalidad sino también por todo el trasfondo que tiene.

Y es que quizá lo que más nos gusta de este libro de Rob Biddulph es cómo de un modo tan divertido, con tantos guiños a los peques, es capaz de explicar lo importante que es asumir la responsabilidad por nuestros actos. Este es uno de esos libros que podemos coger para pasar un buen rato leyendo y que sin darnos cuenta nos hará reflexionar y, por qué no, debatir en casa. ¿Es correcto portarse mal si podemos echar la culpa a otro? ¿Nuestras malas acciones son menos malas si nada nos ve? ¿Cómo hacen sentir nuestras acciones a los demás? ¿Cómo se sienten los demás cuando ven que no sólo no asumimos lo que hemos hecho sino que pretendemos engañarles? Estas preguntas y muchas más nos las hemos hecho nosotros en casa, de modo que no hemos podido evitar acordarnos del maravilloso libro de filosofía visual Lo que tú quieras.

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