Cómo motivar a un niño que no le gusta leer
Con todas las ilusiones volcadas en el momento en que su hijo comience a leer de manera autónoma, muchos padres se encuentran con que a su niño no le gusta leer.
Esta falta de interés, o de entusiasmo, puede deberse a muchas causas. Es importante que comprendamos cuál es el origen y seamos conscientes de que aún podemos motivar a un niño que no le gusta leer.
Sobre todo ello voy a reflexionar en este post.
¿Tiene dificultades para el aprendizaje de la lectura?
Aunque parezca muy obvio, los problemas de visión no siempre se identifican en los primeros años de vida. Si un niño no quiere leer no está de más que comprobemos que su dificultad no tiene su origen en que problemas de visión.
De igual modo, puede que el pequeño esté experimentando un trastorno o dificultad para adquirir esta habilidad, como sería la dislexia.
El proceso de aprendizaje de la lectura
Decía que voy a reflexionar en este post y es que creo que lo primero que tenemos que hacer tanto padres como educadores es valorar cómo estamos enseñando a los niños a que se inicien en la lectura autónoma.
En muchos, muchísimos casos, es un proceso que no respeta los tiempos de los niños sino que los fuerza a adquirir esta destreza todos al mismo tiempo. Aunque la enseñanza obligatoria en España no comienza hasta Primero de Primaria y por tanto lo lógico sería empezar en ese curso a juntar las primeras letras, la realidad es bien distinta: en infinidad de colegios se aprende a leer en Infantil porque un niño que llegue a Primaria sin saber leer y escribir desde el primer día no podría seguir el curso de ninguna manera.
Forzar a niños tan pequeños para que aprendan a leer, sea cual sea su nivel de madurez e interés es un a bomba de relojería. Para algunos resultará sencillo, incluso no siendo su momento, pero para otros será un gran esfuerzo de modo que el comienzo ya será malo: para el niño aprender a leer está siendo un camino tedioso, muy lejos de algo lúdico y apetecible.
Pensemos también en qué métodos de enseñanza se emplean aún hoy en día. Horas y horas desde muy pequeños sentados leyendo textos, haciendo fichas, rellenando esos terribles resúmenes de cada libro de lectura escolar. ¿Suena divertido? No, no lo es, y es complicado que un niño pueda identificar eso como algo que le apetezca hacer en su horario no lectivo.
Muchos peques salen del colegio exprimidos al máximo y si la lectura allí es una imposición aburrida y tediosa, difícilmente querrán leer al salir de clase.
El nivel de lectura: fundamental para disfrutar de los libros
Algo por lo que pasan todos los niños es por el cansancio ante sus primeras lecturas en solitario.
Cuando comienza el proceso de lectura autónoma leer apenas dos o tres párrafos ya supone un gran esfuerzo porque les falta agilidad, vocabulario, soltura y confianza. A nosotros adultos nos puede parecer que dos o tres párrafos no son nada, pero para el niño que comienza es una tarea cansada.
Para empezar a disfrutar de los libros los niños necesitan alcanzar un nivel de lectura suficiente para no cansarse.
El problema es que para alcanzar ese nivel es necesario leer mucho.
Para disfrutar de un libro hay que saber leer rápido y sin esfuerzo. Y para eso hay que practicar.
Y aquí entramos en la pescadilla que se muerde la cola: el niño no quiere leer porque se cansa y si no lee no mejora y si no mejora su destreza lectora no dejará de estar cansado a los pocos párrafos… por lo que nunca disfrutará de la lectura.
En este proceso es fundamental el apoyo de los profesores y de los padres, obviamente, para conseguir que el niño sea consciente de que, como si de un deporte se tratara, necesita practicar esta habilidad. No es tarea sencilla, desde luego, pero desde nuestra experiencia esta es una de las partes del proceso más delicadas. Si le ofrecemos lecturas sencillas y divertidas, si hacemos de la lectura algo genial y le acompañamos en los pequeños logros seguro que vamos a conseguir que adquiera esa destreza y salte el escalón. Lo que le espera al otro lado es una recompensa inmensa, pero a veces es complicado escalar esa montaña.
Por desgracia, muchos niños se quedan estancados en esta fase. Si no actuamos, la dificultad en la lectura se va arrastrando durante varios cursos, cada vez más acrecentada por el aumento de nivel y las exigencias normales. Llega un momento que el niño ya no quiere leer absolutamente nada más fuera del cole porque la lectura del colegio ya le resulta un enorme esfuerzo y, como cualquier persona, en su tiempo libre quiere descansar.
El ejemplo es importante pero no lo es todo
Al hablar de crianza mucha gente dice que el ejemplo es fundamental. Y, sí, por supuesto que lo es, porque difícilmente un niño va a leer en una casa donde no hay libros, donde sus padres no leen, en la que nunca se va a la biblioteca, ni se compran libros ni forman parte de la vida diaria.
Pero la realidad es que el ejemplo, siendo importante, no lo es todo. Es muy muy habitual que en una casa de padres lectores uno o varios de sus hijos no estén motivados por la lectura. Bien porque no han logrado alcanzar la destreza suficiente para no cansarse, bien porque se desmotivan en el colegio, bien porque las lecturas que tienen a su alcance no les atraen, porque se han enfrentado a libros demasiado complicados demasiado pronto… Tener padres o hermanos grandes lectores no garantiza ser un gran lector.
Tampoco pasa nada por no leer
Considero importante transmitir al niño la idea de que leer es maravilloso pero no es obligatorio.
Leer debería ser un hobby. Extraordinario, sin duda. Quizá el mejor de todos. Pero no debemos imponerles una carga moral. Si no les gusta leer, no pasa nada, no son peores ni mejores que nadie.
Además, nada es permanente. Es posible que un niño no disfrute de la lectura en sus primeros años y se encuentre con ella en su adolescencia. Al revés, es posible que un niño tenga fiebre lectora durante toda su infancia y acabe abandonando el gusto al llegar a adulto.
La lectura tiene que ser algo positivo. No se puede leer en la fuerza.
Revisemos nuestras expectativas
Como padres amantes de la literatura a veces cuesta aceptar que a tu hijo no le desagrada leer pero tampoco es su prioridad número uno.
A vemos que se dan vueltas y vueltas sobre cómo motivar a un niño que no le gusta leer y luego indagando descubrimos que no es que no le guste, simplemente que no está tan enganchado como se cree que debería estar.
Al final es una cuestión de revisar nuestras propias expectativas. Quizá nosotros fuimos niños de leer horas y horas diariamente, quizá hoy en día seguimos leyendo muchísimo, quizá somos de esas personas para las que un libro es el mejor regalo del mundo. Pero puede suceder que nuestro hijo no llegue nunca a estar tan enganchado y no pasa nada. Esto no significa que no le guste leer, significa que no le gusta leer tantísimo como a nosotros.
No se puede imponer el amor a los libros
Continuando con lo anterior, imponer la lectura por la fuerza es algo espantoso que solo puede ir en nuestra contra (y en la del niño, por descontado). ¿Obligamos al peque a jugar al escondite, a ir al cine o a jugar con sus amigos? Pues lo mismo ocurre con los libros.
Creo, además, que debemos reforzar la idea de que una cosa es lo que se hace en el colegio durante las horas lectivas y otra cosa es lo que hacemos en nuestro tiempo libre. Si en el cole las lecturas no son entretenidas o se plantean de manera tediosa es importante explicarle al niño que lo que sucede en el cole se queda en el cole.
El niño debería tener libertad total una vez que está disfrutando de su tiempo libre, tanto para decidir qué quiere leer como el cuándo y el cómo.
Esto incluye:
- No imponerle que lea determinados libros porque a nosotros nos parezcan buenos.
- No obligarle a terminar un libro si no le gusta.
- No regañarle si un día no quiere leer.
- No hacerle un interrogatorio cada vez que ha leído algo.
- No juzgar negativamente sus lecturas (entendiendo que son apropiadas para su edad, obviamente).
- No forzarle a leer libros que no son apropiados para su nivel de lectura, con independencia de la edad que tenga.
Elegir lecturas adecuadas
Para cualquier niño, pero especialmente cuando necesita un extra de motivación, es importante elegir bien el libro que le ofrecemos.
¿Estamos seguros de que al niño no le gusta leer? ¿Le hemos ofrecido libros que le gusten de verdad?
Un error muy habitual es considerar que por edad o curso escolar tiene que estar leyendo determinado tipo de libro sin tener en cuenta si son adecuados para su nivel de lectura real. Volvemos a lo ya comentado: si para el niño leer resulta tortuoso, no querrá leer.
Sucede, por ejemplo, con los cómics infantiles. Un formato fantástico para cualquier lector, especialmente para primeros lectores, del que además estamos asistiendo ahora a un auge impresionante. Pues bien, aún existen muchos prejuicios contra este género, como si fuera algo menor, residual, que no merece la pena. Nada más lejos de la realidad: leer cómics es leer y si al niño le gustan ¡tenemos un gran filón en este género de literatura infantil!
Aquí te dejo nuestra selección de los mejores cómics infantiles para que cojas ideas.
Sucede también muy menudo cuando nos empecinamos en que el niño pase rápidamente a la narrativa infantil. Muchos adultos tienen esta idea muy grabada, quizá porque era prácticamente lo único que había en nuestra época. Pero dejémoslo claro: para leer un libro de 200 páginas sin apenas ilustraciones y siendo estas en blanco y negro hay que estar muy motivado. Si no tienes el gusanillo de la lectura ya en el cuerpo, ese tipo de libro es muy posible que se te atragante. Y eso no es lo que queremos.
Vamos a disfrutar del amplísimo abanico de libros para niños que tenemos a nuestra disposición y a valorarlo como se merece. Nosotros no tuvimos esa suerte, nuestros hijos sí. A día de hoy tenemos libros para bebés absolutamente maravillosos, para que crezcan rodeados de libros desde que se sostengan sentados, ¡incluso antes! Y a partir de ahí el universo que tenemos por delante es casi infinito. No hay necesidad de forzar los tiempos, seguro seguro seguro que hay una lectura idónea para tu hijo.
Del mismo modo, respetemos sus gustos. Habrá niños que solo quieran leer historias de dragones, otros estarán interesados en las aventuras, otros en las historias de amigos y otros solo querrán ver en el papel a los dibujos animados que han visto en la tele. Algunos niños necesitarán libros que les pidan de su interacción y otros que disfruten de lecturas tranquilas. Algunos niños serán muy sensibles a historias que hablen de fantasmas o monstruos y a otros les encantará esta temática. Mientras sean contenidos adecuados a su edad y madurez, todo está bien. No pasa nada si el niño solo quiere libros de buscar y encontrar o de franquicias de dibujos. Leer es leer y toda pasión tiene un comienzo.
Buscar el momento ideal
Vivimos unas vidas muy estresantes.
Los niños tienen poco tiempo para ser niños.
Pero sucede que los libros requieren calma y requieren una mente despejada. Un niño agotado de todo un día de actividades es muy poco probable que encuentre fuerzas al final del día para leer.
¿Qué podemos hacer? Buscar su momento ideal. La lectura nocturna, antes de dormir, es genial, pero es posible que no sea la mejor opción para tu hijo si llega al final del día hecho polvo. ¿Puede leer después de comer? ¿Antes de la cena? Son opciones que quizá no se nos ocurran pero todo es cuestión de ir probando. Un ambiente relajado, un poco de silencio y un buen libro. Suena bien.
Decálogo para fomentar la lectura en los niños
Como no quiero extenderme más, te dejo algunas ideas para motivar a un niño que no le gusta leer:
- No forzar a leer.
- No regañar ni reprochar si no quiere leer.
- No imponerle lecturas bajo ningún concepto.
- No obligarle a terminar un libro.
- No interrogarle sobre el libro ni obligarle a hacer una ficha sobre el mismo.
- Respetar sus gustos y dejarle que elija sus lecturas.
- Entender que a veces hay «crisis lectoras«.
- Ayudarle a encontrar un libro que le guste.
- Echarle un cable con la lectura compartiendo un rato y haciendo de ese momento algo especial en familia y no una actividad en solitario.
- Asociar la lectura siempre a cosas positivas y hacer que forme parte de la vida de toda la familia.